SI TU PIEL PUDIERA HABLAR ¿QUÉ DIRÍA?
La piel es un órgano que sirve de protección para nuestro cuerpo, es por eso que frente a diferentes factores externos e internos se desvitaliza, pierde luminosidad y oxigenación.
Exfoliar es el proceso natural de renovación celular de la piel mediante la eliminación de las células muertas de la epidermis, no sólo de la cara, también del cuerpo. Sirve además para devolverle el brillo natural y hacer menos visibles las líneas de expresión, ayuda a eliminar los puntos negros y a tratar el acné.
En la antigüedad, los egipcios se bañaban con ungüentos a base de aceite animal, polvo de alabastro y sal marina. Los aztecas se daban baños de hierbas con sal y los gitanos húngaros introdujeron la exfoliación mediante formulas que contenían materiales granulosos que hoy en día se siguen utilizando.
Hay que aclarar que aunque el término exfoliante suele usarse como sinónimo de peeling y viceversa, la diferencia fundamental radica en que mientras ambos eliminan las células muertas de la piel y la regeneran, el peeling lo hace en una capa mas profunda de la piel. De hecho el término peeling viene del verbo en inglés “to peel” que significa pelar.
TIPOS DE EXFOLIANTES
Los exfoliantes o peeling manual o mecánicos, que seguramente sean los que más conozcas, están hechos a base de micro partículas o con textura granulada o rugosa. Se les llama así por necesitar algún tipo de movimiento para que funcione y actúe en la piel y es perfecto para todo tipo de pieles. Hay de dos tipos los gommage y los scrub. Los más usados, café, azúcar, sales, polvo de diamante, arena de mar.
Los peeling enzimáticos son aquellos que están hechos a base de enzimas vegetales, casi siempre proviene de frutas como la bromelina que viene de la piña o papaína de la papaya. Es un peeling respetuoso ya que al no haber movimiento como el scrub el arrastre lo hace el contacto de la enzima con la piel sin necesidad de frotar y al entrar en contacto con el agua.
Los peeling químicos están hechos a base de ácidos que penetran en capas más profundas y eliminan manchas, arrugas y no necesitan ser movidos o frotados. Se aplican y se deja actuar el tiempo indicado para el tipo de piel y tipo de ácido.
El más usado son los llamados AHAs, (Alfa Hidroxiácido) como:
Ácido glicólico que se encuentra en la caña de azúcar
Ácido cítrico que se encuentra en limones, naranjas.
Ácido málico que se encuentra en las manzanas
Ácido mandélico que se encuentra en las almendras amargas
Ácido tartárico que se encuentra en las uvas.
Es importante siempre tener el consejo de un experto ya que si no se tiene en cuenta el tipo de piel, el tipo de ácido, el tamaño de la molécula el ph y el tiempo de exposición puede provocar quemaduras irreversibles por eso es recomendable hacerlo progresivamente. No olvides que al hacer la transformación epidérmica la piel queda expuesta y necesita alta protección solar a diario. Fsp 50.
Los expertos aconsejan exfoliar la piel seca, una vez a la semana, las pieles sensibles cada 10 días, las pieles grasas sin acné pueden exfoliarse 2 veces a la semana y si la piel es demasiado fina una vez cada 15 días.
También debes saber que a mayor concentración mayor efectividad pero menor tolerancia es por eso que los ácidos que se encuentran de venta en farmacias pueden tener máximo una concentración de un 10%. Si quieres aplicar mayor concentración siempre debe ser bajo supervisión de un experto.
Yo siempre apuesto por lo natural a menos que tengas un problema importante que tratar, así que te dejo la receta de un exfoliante facial mecánico que puedes hacer en casa y que yo uso al menos 1 vez a la semana.
Limón+ azucar morena
Mezcla una cucharada mediana de azúcar blanca o morena con el jugo del limón hasta conseguir una textura granulada, aplícalo en movimientos circulares y déjalo actuar 5 min. Aclara con agua templada y termina con agua fría. Hazlo de noche.
El resultado será una piel luminosa, renovada y más suave.
Si mi piel pudiera hablar diría. ¡¡¡¡Exfoliameeee!!!
Y tu piel, ¿qué diría????
Cuéntamelo, queda entre tu y yo.